SWJ El Centro Reseña del libro – Los servicios de inteligencia en México, ayer y hoy
Paloma Mendoza-Cortés
Esta reseña está disponible en inglés aqui.
Lucía Carmina Jasso López y Otto René Cáceres Parra. Los servicios de inteligencia en México, ayer y hoy. Ciudad de México: Instituto de Investigaciones Sociales, Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), 2021 [ISBN: 978-607-30-5297-9, Libro electrónico, 198 páginas]
LOS SERVICIOS DE INTELIGENCIA MEXICANOS, AYER Y HOY
En el campo de los estudios de seguridad y defensa, los estudios sobre inteligencia son los de menor cantidad a causa de diversas razones. En el caso específico de México podemos comenzar por la cultura del secreto de los mismos servicios de inteligencia, los prejuicios populares que reducen a la inteligencia a un simple acto de espionaje, la dificultad de acceso a la información y, en consecuencia, la desconfianza de los ciudadanos a las acciones de gobierno consecuencia de la corrupción reproducidos en ciertas coyunturas por los medios de comunicación y redes sociales.
En un arduo esfuerzo de investigación y de rigurosidad metodológica, el libro Los servicios de inteligencia en México, ayer y hoy de Lucía Carmina Jasso y Otto Cáceres dividen su obra en tres partes: Primero aportan una valiosa introducción sobre la conceptualización y teoría de la inteligencia, seguida por un debate comparativo sobre los principales retos y desafíos de los servicios de inteligencia que preceden a un recuento histórico de la evolución de la inteligencia mexicana.
Los autores retoman autores clásicos de inteligencia como Sherman Kent y Kendall Willmore, al mismo tiempo que incorpora en el debate del estado de arte a autores que desarrollaron los primeros estudios sobre inteligencia en México: Servicio de Inteligencia y transición a la democracia en México[1] y La Charola. Una historia de los servicios de Inteligencia en México de Sergio Aguayo,[2] “Inteligencia y seguridad nacional. Apuntes y reflexiones” de Luis Herrera-Lasso[3] y los prácticamente míticos libros CISEN 20 años de historia. Testimonios publicado por CISEN[4] y CISEN. Auge y decadencia del espionaje mexicano del periodista Jorge Torres.[5] De igual forma retoma diversas entrevistas a Jorge Tello Peón y Jorge Carrillo Olea, ex directores del servicio de inteligencia civil mexicano.
La función de inteligencia
En este diálogo de autores, se desarrolla un estudio generalizado sobre las principales definiciones y modelos de inteligencia en un sentido orientador, principalmente para neófitos en el tema. Los autores postulan que: “La inteligencia es aquella que posibilita la selección de alternativas más convenientes para la resolución de un problema” (p. 16) y en su complejidad operativa puede ser considerada desde diversos enfoques: como conocimiento especializado, como una organización o como una actividad y su conceptualización y operatividad se relacionan directamente con todos los niveles y órdenes de la seguridad, con la prospectiva estratégica y con los intereses nacionales.
Los autores también señalan que, debido a que la inteligencia puede poseer un alto nivel estratégico, y por lo tanto, ha logrado sus mayores alcances en el ejercicio del gobierno estatal, la mayoría de sus productos se encuentran bajo la lógica de la seguridad nacional, en relación con la cual se convierte prácticamente, en la única fuente posible de conocimiento útil para la toma de decisiones estratégicas para el Estado. No obstante, advierten los autores, tanto la inteligencia como la seguridad nacional, son vulnerables de ser utilizados bajo una lógica autoritarita justificar decisiones unilaterales o para imponer razones de Estado.
Los autores enfatizan que entre las funciones principales de un servicio de inteligencia se encuentran en primer lugar, la de proveer información oportuna para la toma de decisiones; segundo, gracias a su naturaleza predictiva, provee conocimiento sobre la naturaleza y magnitud de riesgos y amenazas y finalmente, ayuda a identificar escenarios de crisis.
Con base en lo anterior, Los Servicios de Inteligencia en México deja en claro que en la actualidad es indispensable para un Estado contar con un sistema de inteligencia en todos los órdenes de gobierno, con capacidad y predisposición de cooperación interinstitucional, conocido como fusión de inteligencia, que dé como resultado la transformación de datos e información en conocimiento accionable no sólo para operaciones de seguridad, sino también para políticas públicas, en un marco teóricamente idóneo de contar con servicios de inteligencia eficientes, pero también, políticamente neutros.
De igual forma Jasso y Cáceres llevan a cabo un recuento de los desafíos de los servicios de inteligencia, especialmente latinoamericanos, en la transformación de su naturaleza intrínsecamente secreta hacia su adaptación a formas más democráticas como la existencia de contrapesos y mecanismos de rendición de cuentas, transparencia, la transición de los servicios de inteligencia de militares a civiles, el establecimiento de estrictas regulaciones y límites, así como la continua vigilancia en aras de los derechos humanos y garantías individuales de la población. La existencia de estos límites, concluyen los autores, no solamente es en beneficio de la población, sino también para los mismos servicios de inteligencia a largo plazo.
En la parte del estudio de caso de los servicios de inteligencia mexicanos, los autores establecen claramente que las instituciones de seguridad también son el resultado de procesos socio-históricos enmarcadas en el ejercicio autoritario del poder del estado mexicano después de la Revolución Mexicana, considerando que fue la lucha por el poder la razón por la cual se fusionó la seguridad del Estado con la protección del régimen presidencialista y de partido único.
En consecuencia, los servicios de inteligencia mexicanos han sido, desde sus inicios, el reflejo del presidencialismo autoritario que obstaculizó en parte la llegada y consolidación del ejercicio de gobierno democrático, frente a una intermitente lucha interna, al menos en el servicio de inteligencia civil, por optimizar la profesionalización y equilibrar la ética profesional frente a los deseos y preferencias del presidente de la república en funciones. Más adelante, durante la Guerra Fría, la conceptualización y doctrina de seguridad nacional sirvió de base para legitimar la persecución política de la oposición.
La evolución de la inteligencia mexicana
El texto señala que los servicios de inteligencia han transitado por dos cambios de partido político en el poder: En el 2000 con el gobierno de Vicente Fox del Partido Acción Nacional (PAN) y en 2018 con Andrés Manuel López Obrador del Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA), en cada transición ha existido un debate sobre sobre su papel institucional partiendo de sus orígenes durante el régimen presidencialista del Partido Revolucionario Institucional (PRI); sin embargo tanto Fox como López Obrador al ser candidatos a la presidencia, denunciaron públicamente ser espiados por CISEN.
Entrando en la parte central del libro, la Seguridad Nacional en México se ha usado de forma recurrente como marco para legalizar y legitimar acciones de gobierno para autoproteger su continuidad, tanto en contra de la oposición política interna como de agresiones externas. Así en México históricamente se ha confundido, al parecer de forma deliberada, la supervivencia del Estado con la continuidad del régimen; tal vez sea otra razón por la cual los estudios de inteligencia y seguridad nacional fueron exclusivos, durante mucho tiempo, para la élite militar y una esfera muy reducida del gobierno civil.
Una de las hipótesis derivadas del análisis que Jasso y Cáceres sustentan, es que en México la seguridad nacional se ha enfocado al control de la ciudadanía, así como en la represión sistemática de enemigos y disidentes políticos, esto en consecuencia y hablando sólo de la Inteligencia civil, concentró el monopolio de la información en tres personas: el Presidente de la República, el Secretario de Gobernación y el director del organismo de inteligencia en turno.
Como respuesta a lo anterior, los autores señalan que México requiere la construcción de un aparato conceptual sustentado en aspectos teórico-metodológicos sólidos que expliquen las causas de la inseguridad al tiempo que permitan la formulación de políticas públicas eficientes y eficaces, al mismo tiempo que sean capaces en el campo de la inteligencia, de separar la inteligencia estratégica de la inteligencia criminal, así como a la inteligencia militar de la inteligencia policial.
De acuerdo a Los servicios de Inteligencia en México. Ayer y hoy, podemos distinguir seis etapas históricas de los servicios civiles de Inteligencia en México, cada una como un claro reflejo del contexto político de su época:
Primera, la creación de los servicios de investigación confidencial por Venustiano Carranza en plena Revolución Mexicana seguido por el establecimiento, al triunfo del Ejército Constitucionalista, de la Sección Primera (Servicios Confidenciales) en 1918 como un cuerpo especializado al margen del ejército depositado en la Secretaría de Gobernación. Años más tarde en 1929, la Sección Primera se transformó en el Departamento Confidencial durante el período de Plutarco Elías Calles como secretario de Gobernación, cambio en el cual se distingue la primera estructura organizacional con grupos de análisis que se aprecia en el libro. En 1938 durante el gobierno de Lázaro Cárdenas, se estableció la Oficina de Información Política y Social en la cual se distingue un perfil incluso más discreto, pero aún sin rasgos de profesionalización.
Segundo, en 1941 en el marco de la Segunda Guerra Mundial, se transforma en el Departamento de Investigaciones Políticas y Sociales, principalmente para el control político y migratorio de extranjeros sospechosos o simpatizantes de las Potencias del Eje a través de la Oficina de Asuntos Extranjeros y la creación en 1942 de la Jefatura de Servicios de Vigilancia Política en la Secretaría de Gobernación. Este período resulta significativo para el análisis de los organismos de inteligencia mexicanos por la coexistencia de, al menos, otros cuatro servicios de inteligencia: Ejército Mexicano, Oficina del Procurador General, el Servicio Secreto del jefe de la Policía de la Ciudad de México y los servicios especiales del Presidente de la República.
Tercero, en 1948 el Departamento de Investigaciones Políticas y Sociales cambió su nombre a Dirección General de Investigaciones Políticas y Sociales (DGIPS), sus agentes se dividían en dos grupos: agentes de información política y agentes confidenciales; sin embargo, la creación de la DFS afectó sus atribuciones e influencia.
Cuarto, la creación directa de la Dirección Federal de Seguridad (DFS) por el primer presidente civil Miguel Alemán Valdés en 1947 como un instrumento de control subordinado primero a la oficina del presidente de la República y después a la Secretaría de Gobernación con capacidades operativas que fusionó en un mismo organismo las capacidades y operaciones de los asuntos que durante su época se entendían de inteligencia y seguridad del Estado, además de poseer un vínculo único y directo con el Presidente de la República.
Si bien los militares no participaron en la creación de la DFS, en el mismo año de su creación se incorporaron oficiales egresados del Heroico Colegio Militar y su primer director fue un coronel del Ejército Mexicano. Estos militares moldearon un sistema de inteligencia política utilizado discrecionalmente contra los enemigos del régimen. Así, los autores llevan a cabo un recuento de la DFS como protagonista principal una historia institucional de casi cuarenta años de corrupción, espionaje, persecución política y violación a los derechos humanos de los enemigos del régimen conocido como la Guerra Sucia, hecho simultáneo a la protección y vínculos con el narcotráfico de los agentes de la DFS, orden de cosas que rebasó sus límites en 1985 con los asesinatos del agente de la DEA Enrique Kiki Camarena y del periodista Manuel Buendía.
Quinto, con la desaparición de la DFS en 1985 el entonces subsecretario de Gobernación, el coronel Jorge Carrillo Olea a petición del presidente Miguel de la Madrid y más adelante también a petición del presidente Carlos Salinas de Gortari, asumió el reto de diseñar el nuevo organismo de inteligencia junto a Jorge Tello Peón.
Sexto, como resultado de la fusión de los remanentes de la DFS y la DGIPS se creó la Dirección de Investigaciones Políticas y de Seguridad Nacional (DIPSEN) que en poco tiempo cambió su nombre a Dirección General de Investigación y Seguridad Nacional (DISEN). La novedad fue que la DISEN sólo se enfocaba en el análisis y no llevaba a cabo acciones operativas; en la práctica DISEN no sería un organismo de seguridad pública, sino de seguridad nacional y formaba parte de un visionario proyecto de establecer todo un sistema de inteligencia y seguridad nacional, que al final por cuestiones políticas, no se ha concretado hasta la fecha en México, proyecto del cual sólo sobrevivió el CISEN.
Séptimo, la fundación del Centro de Investigación para Seguridad Nacional (CISEN) en 1988 durante el gobierno de Carlos Salinas de Gortari, simultáneo al establecimiento del Gabinete de Seguridad Nacional en el cual, el director del CISEN actuaba como secretario técnico con la intención de mejorar la coordinación institucional; esto al final, resultó en un episodio más de la descoordinación institucional en la materia por pugnas al interior del Gabinete de Seguridad.
En el gobierno de Ernesto Zedillo y bajo la dirección de Jorge Tello Peón, se definió la estructura del CISEN, la cual está descrita a detalle en el libro, y de acuerdo a los autores, fue inspirada e influenciada por los servicios de inteligencia de Estados Unidos, Israel y Alemania. En el mismo período se estableció la elaboración de la Agenda Nacional de Riesgos. También en ese período CISEN sobrevivió a su primera crisis, en la cual se cuestionó el fallo de inteligencia por el levantamiento armado del EZLN.
Octavo, en 2005 durante la presidencia de Vicente Fox, el Congreso aprobó la Ley de Seguridad Nacional que, en esencia, se trató de una ley sobre las atribuciones y marco legal del CISEN. El Congreso también creó una comisión bicameral de Seguridad Nacional. En ese tiempo se avanzó en la delimitación de los criterios legales de intervención del CISEN en la vida privada de la población.
También el Consejo de Seguridad Nacional reemplazó al Gabinete de Seguridad Nacional y se creó la figura del consejero de Seguridad Nacional, quien sustituyó al director de CISEN como coordinador del mismo, y que al final resultó en mayores conflictos con los demás integrantes del Consejo de Seguridad al tener que subordinarse a otra persona que no fuera el Presidente de la República. Otro aspecto que enfatizan los autores, es que durante el gobierno de Fox existía al interior de CISEN la percepción de un entorno de debilitamiento operativo e institucional para fortalecer al Consejo de Seguridad Nacional.
Un avance importante que señalan Jasso y Cáceres, fue la fundación Escuela de Inteligencia para la Seguridad Nacional (ESISEN) en 2009, esto dio paso años más tarde, a la creación de programas en otras instituciones educativas como la Especialidad y Maestría en Inteligencia en el Instituto Nacional de Administración Pública (INAP) y la Licenciatura en Inteligencia en la Universidad Anáhuac para la formación y actualización de una comunidad de inteligencia y fomento de una cultura de inteligencia.
Los autores señalan también que, durante el gobierno de Felipe Calderón, la percepción pública del CISEN lo consideraba como un centro de espionaje político y social orientado principalmente a realizar intervenciones telefónicas con el fin de satisfacer los intereses del Presidente de la República. Bajo esa óptica, el CISEN enfrentó dos escándalos mediáticos más. Primero, los fallos de inteligencia para no anticipar la fuga de Joaquín Loera alias “El Chapo” Guzmán del penal de máxima seguridad El Altiplano en 2015 y en 2017 la denuncia internacional de periodistas, políticos opositores y defensores de derechos humanos cuyas comunicaciones fueron intervenidas a través del uso del spyware Pegasus de la empresa israelí NSO Group.
Noveno, el Centro Nacional de Inteligencia (CNI) reemplazó al CISEN desde el primer día de gobierno del actual presidente Andrés Manuel López Obrador en 2018, con tres cambios importantes: Primero, se fundó como un órgano de desconcentrado; segundo, el CNI pasó de la Secretaría de Gobernación a la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana y tercero, por primera vez en décadas se nombró a un militar, el General de División en retiro Audomaro Martínez Zapata, como su director general. No obstante, resaltan los autores, aún con los cambios prevalecieron las facultades, estructura y personal heredados del CISEN.
Los retos contemporáneos de la inteligencia
Finalmente, Jasso y Cáceres hacen subrayan el hecho incuestionable de que, en democracia, ni los servicios de inteligencia ni los organismos de seguridad nacional son quienes definen los objetivos nacionales ya que su función es solamente técnica, pero al final el poder político es quien toma la decisión con todo lo que esto conlleva. De igual forma, la inteligencia enfrenta diversos dilemas que se han debatido prácticamente en todo el mundo, principalmente en las democracias más avanzadas sobre el equilibrio entre el fortalecimiento de los sistemas de inteligencia y la transparencia y acceso a la información.
En algunos casos, el paso trascendental que significó la democratización de los servicios de Inteligencia ha sido el acceso a la información. En este sentido, por ejemplo, en Argentina los “Archivos de la Represión” que contienen los archivos de Dirección de Inteligencia de la Policía de la Provincia de Buenos Aires (DIPPBA) y que permanecieron ocultos bajo reserva por motivos de “seguridad nacional”, lograron ser desclasificados e incluso fueron reconocidos por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad en 2008.
En México en 2002 el presidente Vicente Fox, en un hecho histórico, ordenó la desclasificación y publicación de los archivos de la Dirección Federal de Seguridad (DFS) y del Ejército Mexicano que fueron transferidos al Archivo General de la Nación (AGN) para su consulta pública; sin embargo, con el paso de los años, una parte importante de los mismos desaparecieron e incluso investigadores denunciaron públicamente las dificultades para su consulta. Dieciocho años después, en 2019 el presidente López Obrador firmó un decreto para ordenar la transferencia al AGN de documentos históricos relacionados con violaciones a derechos humanos, persecuciones políticas y actos de corrupción de gobiernos anteriores.
De igual forma es indispensable el fomento de una cultura de inteligencia capaz de transformar la percepción histórica de la población sobre los servicios de inteligencia, los estereotipos, prejuicios y narrativas del imaginario colectivo que rebajan el prestigio público de los analistas y agentes de inteligencia. Este proceso va de la mano con la profesionalización del personal de los servicios de Inteligencia.
Otro dilema que se expone en el libro, es el doble filo del uso de la tecnología en inteligencia que por una parte permite una mayor eficiencia de la capacidad de recolección y análisis al tiempo que expone menos a los agentes de campo y garantiza la secrecía de las mismas, pero que también puede ser un riesgo de dependencia a las empresas de tecnología extranjera.
En conclusión, los dilemas de los servicios de inteligencia mexicanos tales como el monopolio de la información, la necesidad de neutralidad política de los servicios de inteligencia, de una mayor transparencia y acceso a la información, del fomento de una comunidad y una cultura de inteligencia así como la vulnerabilidad de los servicios de inteligencia a ser dependientes de tecnologías extranjeras también son una de las consecuencias de la inconclusa transición democrática en México y tal vez, sean parte de las variables que condenen a los servicios de inteligencia a seguir siendo parte de la burocracia mexicana.
Notas Finales
1] Leonardo Curzio, La seguridad nacional de México y la relación con Estados Unidos. Ciudad de México: Centro de Investigaciones sobre América del Norte, Universidad Nacional Autónomia de México, 2007.
[2] Sergio Aguayo Quezada, La Charola. Una historia de los servicios de inteligencia en México. Ciudad de México: Grijalbo, 2001.
[3] Luis Herrera-Lasso, “Inteligencia y seguridad nacional. Apuntes y reflexiones” in Arturo Alvarado and Mónica Serrano, Eds. Los grandes problemas de México. Seguridad nacional y seguridad interior. Ciudad de México: El Colegio de Mexico,2010, pp. 191–225.
[4] CISEN 20 años de historia. Testimonios, Ciudad de México: Centro de Investigación y Seguridad Nacional (CISEN), Febrero 2009.
[5] Jorge Torres, CISEN. Auge y decadencia del espionaje mexicano. Ciudad de México: Debate Editorial, 2009.
[6] Giovanni Botero, Botero: La Razón de Estado. Editado por Robert Bireley. Cambridge University Press, 2017.
Dra. Paloma Mendoza-Cortés
Mexicana. Profesora, investigadora y consultora en seguridad, defensa, inteligencia y asuntos de compañías militares privadas. Es Licenciada en Ciencias Políticas y Administración Pública UNAM, Maestra en Gobierno y Asuntos Públicos UNAM, Doctora en Estudios Organizacionales UAM. Es egresada del William J. Perry Center for Hemispheric Defense Studies, CHDS National Defense University, NDU; Washington, D.C así como del ITESM, CIDE y el INACIPE. Ha sido profesora en el Heroico Colegio Militar HCM, de la Escuela de Inteligencia del Centro de Estudios del Ejército y Fuerza Aérea, CEEFA, la Comisión Nacional de Seguridad CNS, entre otros. Paloma Mendoza ha sido conferencista invitada del Centro de Estudios Superiores Navales, CESNAV y la Asociación de Egresados del Colegio de Defensa Nacional. Actualmente es directora de Coordinación de Análisis en M-B Consulting, miembro de Foretell Georgetown University, miembro del Comité de Investigación de la Red de Mujeres en Seguridad y Defensa en Latinoamérica y el Caribe (AMASSURU), miembro de Women in International Security (WIIS) y columnista del portal de temas de seguridad CampoMarte.com.mx.