Informe de campo: Seguridad en Tamaulipas Hoy: Una Paz Simulada
Guadalupe Correa-Cabrera y Jorge A. Pérez González
Esta Informe de campo está disponible en inglés aquí.
Desde el año 2010, el estado fronterizo mexicano de Tamaulipas se ha mantenido en una situación de conflicto armado de alta intensidad. A principios de ese año, el Cartel del Golfo y los Zetas—quienes en algún momento trabajaron de forma conjunta—comenzaron una brutal confrontación que desencadenó en niveles de violencia nunca antes vistos en la entidad. En el marco de la Iniciativa Mérida y la “guerra contra las drogas” declarada por el expresidente Felipe Calderón Hinojosa (2006-2012), el conflicto extremo entre dos violentos grupos del crimen organizado—que habían militarizado sus estrategias, diversificado sus operaciones y que tenían acceso a armamento de alto calibre—se intensificó con la entrada de las fuerzas federales al estado.
Patrulla Vecinal de la Policía Estatal de TamaulipasFuente: Los Autores
Los Zetas habían transformado el modelo delincuencial en México al militarizar las prácticas de los grupos de crimen organizado, lo cual les permitió controlar territorios a través del acceso a armamento sofisticado, la generación de terror y la extracción de rentas a la sociedad mediante el secuestro y la extorsión a pequeños y medianos negocios. En otras palabras, los Zetas promovieron un modelo de paramilitarismo criminal, a través del cual la delincuencia organizada se expandió más allá del narcotráfico, diversificó sus actividades y atraído la presencia de las fuerzas federales (el ejército, la marina y la policía federal).[1]
La entrada de las fuerzas armadas a Tamaulipas magnificó el conflicto entre grupos criminales que contaban con la protección de autoridades a todos niveles. En el marco de la iniciativa Mérida y con un enfoque en abatir a los líderes de los dos grupos criminales (kingpin strategy en inglés) se generó un conflicto armado de magnitudes sin precedentes que derivó en un altísimo número de homicidios, desapariciones y violencia brutal que se manifestó en cuerpos desmembrados, colgados, amenazas en las denominadas “narco-mantas”, bloqueos de caminos, secuestros en carreteras, tiroteos en cualquier sitio, entre muchos otros eventos que cimbraron al estado y que se fueron extendiendo por todo el noreste mexicano y parte de la región del Golfo de México. Asimismo, muchos de los muertos en el estado terminaron en lo que algunos han considerado una especie de “campos de exterminio”, como lo constatan los recientes reportajes sobre el predio la Bartolina en la ciudad de Matamoros.[2]
Gráfica 1. Homicidios en Tamaulipas
Fuente: Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI)
El número de homicidios y de crímenes se ha mantenido en niveles extremadamente elevados hasta la fecha y continúan los secuestros y las extorsiones por parte de la delincuencia organizada, muchas veces actuando en contubernio con las autoridades. Cabe destacar que la capacidad de los dos grupos que dominaron en un momento las actividades criminales en Tamaulipas, así como su territorio, se atribuye a ciertos grados de protección que recibieron de autoridades gubernamentales de todos los órdenes. Dos exgobernadores de ese estado se encuentran actualmente en prisión por delitos que los ligan supuestamente con la delincuencia organizada; sin embargo, no se ha demostrado hasta la fecha su vinculación personal y directa con los grupos de narcotráfico que operaron en el estado en sus respectivas administraciones. Asimismo, el actual gobernador del estado se encontraría enfrentando en México un proceso de desafuero por cuestiones similares, pero se encuentra amparado[3] y su situación legal es incierta hasta la fecha.[4]
Después de casi doce años de conflicto armado extremo, las dinámicas del crimen organizado y la violencia en Tamaulipas han cambiado visiblemente. A principios de la segunda década de este siglo, teníamos a dos organizaciones delincuenciales que operaban a nivel regional y dominaban territorios importantes en el noreste del país y la región del Golfo de México. La que algunos denominaron “guerra por Tamaulipas”,[5] o mejor dicho el conflicto armado entre dos grupos delincuenciales y el de estos con las fuerzas federales, desembocó en la fragmentación de los Zetas y el Cartel del Golfo en diversas células criminales que fueron especializándose en distintas actividades ilícitas—no siempre relacionadas con el narcotráfico. Un ejemplo es el tráfico de personas que resultó ser una importante fuente de ingreso para algunos grupos de crimen organizado de origen tamaulipeco.
Así, ahora existen múltiples grupos o células delincuenciales que alguna vez operaron bajo el liderazgo de lo que fue el Cartel del Golfo. Ahora mismo dichas células operan bajo distintos liderazgos y se especializan en actividades ilícitas distintas en municipios específicos, tales como Matamoros, Reynosa y Tampico, entre otros. También existen diversas células de lo que anteriormente fueron los Zetas, las cuales han tomado otros nombres como el Cartel del Noreste y los Zetas Vieja Escuela que operan en los municipios de Nuevo Laredo y Ciudad Victoria (la capital del estado), entre otras regiones de este estado fronterizo.
Las fracturas entre lo que fueron el Cartel del Golfo y los Zetas persisten. Algunos dicen que el Cartel del Golfo como organización continúa existiendo, pero que se mantiene sumamente fragmentada. Asimismo, las violentas fricciones entre las células locales permitieron la entrada de otros grupos. Según testimonios diversos, los Zetas se convirtieron en La Vieja Escuela, hasta que la llegada del Cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG) dio origen a otra poderosa y violenta organización. Así, el CJNG termina por aliarse con otros miembros de lo que fueron los Zetas para dar lugar al Cartel del Noreste—algo que quedó registrado en diversas crónicas escritas por los especialistas anónimos de las redes sociales.
En este contexto, continúan los enfrentamientos entre células criminales, la mayoría de ellas (si no es que todas) gozando de protección por parte de autoridades de diversos órdenes (local, estatal y federal), incluyendo a las policías y a miembros de las fuerzas armadas. En meses recientes se vinculó al Grupo de Operaciones Especiales (GOPES)—que es una fuerza policiaca estatal creada recientemente para contrarrestar los delitos de alto impacto en la entidad—a los desafortunados eventos que terminaron en la matanza de 19 migrantes guatemaltecos en la ciudad de Camargo, Tamaulipas.[6] A los escándalos del gobernador y la policía estatal, se les suman otros eventos de alto impacto, tales como el ataque en contra de civiles por un grupo armado en junio de 2021 en la ciudad de Reynosa[7] y decenas de desapariciones en la carretera de Monterrey a Nuevo Laredo en ese mismo año. [8]
Los municipios del estado que han registrado mayor número de eventos violentos de alto impacto son Nuevo Laredo, Reynosa, Matamoros, Tampico, Ciudad Victoria y Ciudad Mante. El caso de Nuevo Laredo es quizás el más notable, y la pelea por la plaza tiene que ver, entre otras cosas, con la gran cantidad de cruces diarios por el Puente Internacional Comercio Mundial (World Trade Bridge), que hace imposible que se revise toda la carga comercial. Lo anterior facilita el cruce de mercancía ilícita. Cabe destacar, que cerca del ochenta por ciento del comercio entre México y Estados Unidos circula por la carretera Monterrey-Nuevo Laredo.[9]
No obstante la situación de inestabilidad y violencia descrita anteriormente, en los últimos años, las cifras oficiales muestran una tendencia a la baja en la incidencia delictiva en Tamaulipas. Por su parte, la tasa de homicidios en el estado se ha reducido (véase Gráfica 1). Ya desde el 2019, Tamaulipas sale del top 10 de los estados mexicanos con mayor número de homicidios.[10] Asimismo, los últimos reportes de incidencia delictiva de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana del gobierno federal muestran que las carreteras de Tamaulipas se hallan entre las más seguras de México. Las cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública muestran una importante disminución en los niveles de inseguridad (medida a través de distintos indicadores) respecto a la media nacional desde 2018. Otros indicadores de incidencia delictiva que muestran una tendencia a la baja en Tamaulipas son: el robo en transporte, a transeúntes y transportistas, además de lesiones dolosas y robo de vehículos.[11]
Pese a las estadísticas oficiales, es posible argumentar que en el estado de Tamaulipas se vive una paz simulada. Los reportes policiacos y de seguridad en general no son del todo creíbles cuando la percepción ciudadana es diferente a los índices delincuenciales asentados en las estadísticas oficiales. Una recopilación de testimonios entre algunos habitantes del estado que prefieren mantenerse en el anonimato, así como reportes en redes sociales, confirman dichas tendencias. De acuerdo con esta información, los secuestros persisten sin que las autoridades los reporten puntualmente, ni se asienten en los libros las denuncias. El miedo parece seguir siendo el factor determinante en las extorsiones que afectan a muchos individuos, familias y negocios en el estado, quienes, en la mayoría de las ocasiones, terminan su trágica historia perdiendo parte de su patrimonio, pues los delincuentes no perdonan el cobro de derecho de piso.
Cualquier comerciante puede resultar “víctima de secuestro o desaparición al circular por las carreteras de Tamaulipas por las divisiones territoriales que los grupos del crimen organizado han establecido en base a sus liderazgos de plaza”. Al parecer, “en el estado se mantienen estas líneas divisorias imperceptibles y sólo los delincuentes saben dónde comienza y termina su zona de influencia”. La confabulación de los grupos criminales con mandos policiacos es también evidente en cada rincón de Tamaulipas. El hecho de que existan diferentes células criminales no constituye una limitación para que operen, en la mayoría de las veces, al amparo de las autoridades de distintos órdenes. Además, “al no existir confianza en las fuerzas del orden, la ciudadanía opta por evitar la denuncia y en muchas ocasiones decide ‘arreglar’ (o negociar) de alguna manera con sus captores”.[12]
Quienes practican el comercio a menor escala en diferentes regiones tamaulipecas son los principales afectados, pues para operar regularmente solicitan permiso y aportan una cuota a la delincuencia organizada para no ser molestados. Sin embargo, cuando sin querer sus actividades traspasan los límites territoriales donde opera otra fracción delincuencial, no les queda más remedio que preservar la vida, pagando por ella a un grupo delincuencial distinto. El origen del rompimiento de los grupos se explica por muchos factores; en ocasiones son diferencias internas, pero en la mayoría de los casos obedece a infiltraciones de otros grupos que tienen interés en la plaza. Mientras las divisiones de los grupos delincuenciales persistan, la seguridad y la estabilidad no llegarán al estado de Tamaulipas.
En este contexto, las fuerzas del orden también tienen la oportunidad de recibir una parte de las cuotas cobradas a través de la extorsión, debido al contubernio que existe entre estas y las diferentes células de la delincuencia organizada. En algunas regiones del estado, es la misma policía la que se encarga de extraer rentas vía el cobro de derecho de piso o extorsión, según lo reportan algunos ciudadanos tamaulipecos. Por ello—nos dice una fuente que prefiere no se mencione su nombre—“se hace cada vez más frecuentemente en los medios la mención a grupos delincuenciales diferentes, que ambicionan una parte del pastel, pues los policías en Tamaulipas también piensan que el territorio es suyo y las ganancias ilícitas se deben de repartir en forma equitativa”. Así, las fuerzas de seguridad de Tamaulipas y los principales políticos en el estado, parecen contribuir a lo que consideramos hoy en día una paz simulada.
Patrullas de la Policía Estatal de Tamaulipas
Fuente: Los Autores
Notas finales
[1] Guadalupe Correa-Cabrera, Los Zetas Inc.: Criminal Corporations, Energy and Civil War in Mexico. Austin: University of Texas Press, 2017.
[2] Pablo Ferri, “La bartolina, el horror actualizado en México”. El País. 28 de Agosto de 2021, https://elpais.com/mexico/2021-08-28/la-bartolina-el-horror-actualizado-en-mexico.html.
[3] El juicio de amparo en México es una garantía de protección de los derechos constitucionales de un individuo. Sobre esta figura jurídica véase “Mexico: ‘Amparo’ Lawsuits and their Implementation in the Legal System” Refworld. Acceso el 29 de diciembre de 2021, https://www.refworld.org/docid/47d6548cc.html.
[4] “De Yarrington a Cabeza de Vaca: Los gobernadores tamaulipecos en problemas con la ley”, El Financiero. 20 de mayo de 2021, https://www.elfinanciero.com.mx/nacional/2021/05/19/de-yarrington-a-cabeza-de-vaca-los-gobernadores-tamaulipecos-en-problemas-con-la-ley/.
[5] Eduardo Guerrero Gutiérrez, “La guerra por Tamaulipas”, Nexos. 1 de Agosto de 2010. https://www.nexos.com.mx/?p=13889.
[6] Alfredo Peña, “El grupo detrás de la masacre de Camargo”, Nexos. 8 de febrero de 2021, https://seguridad.nexos.com.mx/el-grupo-detras-de-la-masacre-de-camargo/.
[7] “Masacre de Reynosa: Qué se sabe del ataque que dejó 15 muertos en la ciudad mexicana el Fin de Semana”. BBC News. 22 de junio de 2021, https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-57553841.
[8] Alberto Pradilla, “Choferes, transportistas y vigilantes: Ola de desapariciones en la carretera Monterrey-Nuevo Laredo”. Animal Político. 10 de junio de 2021, https://www.animalpolitico.com/2021/06/desapariciones-carretera-monterrey-nuevo-laredo-trabajadores/.
[9] “El 80% del comercio entre México y EU circula por la carretera Monterrey-Nuevo Laredo”. CCA Logistics Group. 25 de junio de 2021, https://www.ccalogisticsgroup.com/noticia/el-80-del-comercio-entre-mexico-y-eu-circula-por-carretera-monterrey-nuevo-laredo/.
[10] Nadia Alcázar, “Tamaulipas abandona el “top ten” de los estados con más homicidios”. Radio Fórmula. 17 de diciembre de 2019, https://www.radioformula.com.mx/breaking-news/2019/12/17/tamaulipas-abandona-el-top-ten-de-los-estados-con-mas-homicidios-431279.html.
[11] “Tamaulipas se halla entre las entidades más seguras del país”. La Jornada. 2 de noviembre de 2021, https://www.jornada.com.mx/notas/2021/11/02/politica/tamaulipas-se-halla-entre-las-entidades-mas-seguras-del-pais.
[12] Estas observaciones se recopilaron de testimonios que recuperamos de comentarios en redes sociales y conversaciones informales con ciudadanos que habitan en Tamaulipas.
Sobre los autores
Guadalupe Correa-Cabrera es Profesora Asociada en la Escuela Schar de Política y Gobierno de la Universidad de George Mason. Sus áreas de especialidad incluyen: relaciones fronterizas México-Estados Unidos, narcotráfico, migración, seguridad y energía. Es autora de Los Zetas Inc.: Criminal Corporations, Energy, and Civil War in Mexico (University of Texas Press, 2017). La Dra. Correa-Cabrera se encuentra afiliada a Small Wars Journal–El Centro. También es co-editora de la revista académica International Studies Perspectives (ISP, Oxford University Press).
Jorge A. Pérez González es periodista tamaulipeco radicado en Matamoros. Es Director General del medio digital OPTIMUS Informativo. Colabora con El Bravo de Matamoros, Prensa de Reynosa, El Líder de Nuevo Laredo, Mercurio de Ciudad Victoria y MILENIO. Ha publicado tres libros, “Optimus”, “El cuaderno de Arzate” y “Designio”, mismos que recopilan sus trabajos periodísticos. Ha sido conductor de radio y televisión en Radio Dual y en TV Azteca.
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